Cristina condenada: la historia no la absolvió

Cristina Kirchner nunca se defendió de las acusaciones en su contra en la causa Vialidad, por la que acaba de ser condenada a seis años de cárcel e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos.

El día que se sentó en el banquillo de la audiencia del juicio oral de este caso, en la instancia de la indagatoria, su exposición evitó dar argumentos sólidos para sostener que era inocente. Rabiosa, les gritó a los jueces: «A mí me absolvió la historia y me va a absolver la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia».

Fueron alaridos extraordinarios: nunca una dirigente política de su trascendencia se había animado a destratar a magistrados, en la cara, de ese modo. El monólogo fue más largo y repleto de denuncias contra los integrantes del TOF 2 que no avaló con pruebas. Fue un momento muy tenso y crucial en esta trama que acaba de culminar con la condena final por corrupción que confirmó la Corte en contra de la expresidenta.

Cristina se levantó de ese banquillo icónico de acusados, se iba a paso firme, cuando se escuchó de pronto una voz de otra autoridad judicial que cumplía con su deber: «Perdón, ¿la imputada va a responder preguntas?». Se trataba del entonces no tan conocido fiscal Diego Luciani. Kirchner se enojó aun más. Volvió sobre sus pasos, agarró el micrófono y gritó por última vez: «¿Preguntas? Preguntas van a tener que responder ustedes».

El juicio continuó.

Las pruebas en contra la expresidenta que acumularon en la Justicia, en todas las instancias fueron rotundas. Desde la Casa Rosada, Cristina enriqueció adrede a su socio comercial Lázaro Báez, constructor de obra pública súbito, quien a su vez enriqueció el patrimonio de la familia K con negocios increíbles, por sus modos rústicos, mediante operaciones inmobiliarias y con alquiler de hoteles a precios exorbitantes. Báez siempre iba a pérdida con los Kirchner. Aunque en rigor él también siempre ganaba dinero con contratos de fondos públicos otorgados de manera irregular.

Ya no se trata de sospechas, de denuncias. La instrucción del fiscal Gerardo Pollicita y del juez Julián Ercolini llegaron a la misma conclusión. Igual que la Cámara Federal. Y la Cámara de Casación Penal Federal.

Ahora, con su fallo de la causa Vialidad, fue la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación la que aludió de modo directo a esos negocios ilegales de los Kirchner con los Báez.

Incluso los magistrados del máximo tribunal explicitaron que la defensa de Kirchner nunca negó que esos negocios no hayan existido, si no que solo se defendieron afirmando que eran operaciones «legales». No.

Cuando Cristina Kirchner les gritó a los jueces, y al fiscal Luciani, faltaban solo ocho días para que asumiera como vicepresidenta de la Nación.

Ya nunca más en su vida obtendrá los beneficios que durante décadas le otorgó la función pública. Tiene prohibido ejercer un cargo en el Estado. Para siempre. Por haber malversado fondos públicos. Por corrupta. La historia no la absolvió.

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