El recorte a los aranceles de importación anunciado tres meses atrás reconfiguró el mapa de decisiones al momento de comprar un celular. La comparación entre adquirirlo en Argentina o traerlo del exterior ya no se limita al precio: entran en juego factores como la garantía, la financiación y los tiempos de entrega.
En esta nota, evaluamos ventajas y desventajas para entender cuál opción representa hoy una mejor inversión tecnológica.
A comienzos de 2025 se anunciaron reducciones en la carga impositiva para productos tecnológicos. El arancel de importación del 16% comenzó a eliminarse en dos etapas, pero no era el único tributo: se sumaban el IVA del 10,5%, el IVA adicional del 10%, una retención del 6% a cuenta de Ganancias y otra del 2,5% por Ingresos Brutos.
Según un informe privado de este año, la carga total alcanzaba el 66%, incluyendo el impuesto PAIS, que fue eliminado a fines del año pasado. El recorte cambia el escenario, pero no lo simplifica.
La tecnología no escapa a una regla que se repite desde hace años: casi todo cuesta menos afuera. Desde celulares, zapatillas deportivas, electrodomésticos y vehículos de alta gama figuran entre los productos que, por tener una carga impositiva mucho menor, pueden encontrarse entre un 35% y un 50% más baratos.
Aunque la carga impositiva se redujo, la histórica diferencia de precios entre Argentina y Estados Unidos sigue vigente. Para aprovecharla, el único requisito es viajar: el comprador —o algún familiar— debe trasladarse al exterior, lo que convierte el ahorro en una oportunidad condicionada.
Comprar celulares por Amazon
Una alternativa intermedia es apuntar a plataformas que envían productos a la Argentina. Amazon suelen incluir ofertas especiales y descuentos que permiten abaratar costos, al tiempo que simplifican el proceso de envío. Este tipo de promociones amplía las posibilidades de acceso sin depender solo del mercado local ni del viaje al exterior.
Aunque los precios pueden ser más bajos que los locales, los impuestos y costos de envío reducen el margen de ahorro. Por ejemplo, el Google Pixel 9 cuesta 1.181.000 dólares con todos los cargos incluidos, frente a los 1.500.000 pesos que se pagan en el país.
Y si bien la diferencia existe, no es determinante. En este escenario, cada comprador deberá evaluar hasta dónde está dispuesto a asumir riesgos en pos de un ahorro moderado.
El tiempo de entrega es otro factor que puede inclinar la balanza. Comprar en el exterior implica esperar, como mínimo, un mes para recibir el equipo en mano.
Si la compra es planificada: para reemplazar un modelo antiguo, no hay mayores inconvenientes. Pero si el celular se necesita con urgencia —por rotura o mal funcionamiento—, la demora puede transformar el ahorro en una complicación inesperada.
En el caso de la familia Galaxy S25, la diferencia de precio ronda el 35%. Pero más allá del ahorro, hay otro factor clave: el desembolso. Mientras que en el exterior se exige el pago total en dólares –sea con tarjeta o en efectivo- en Argentina es posible acceder a planes de hasta 18 cuotas sin interés.
Esta facilidad financiera puede inclinar la balanza. Al final, cada consumidor deberá hacer cuentas y decidir qué le conviene más: pagar menos o pagar más, pero en cómodas cuotas.
Uno de los mayores riesgos al comprar un celular en el mercado gris es la ausencia de garantía oficial, ya que uno no sabe a quién se lo compra. Las marcas que operan en Argentina ofrecen 12 meses de cobertura, que incluye fallas de fábrica y errores de montaje.
Esta protección se activa al comprar en canales autorizados y puede extenderse por otro año pagando un extra. Sin ella, cualquier desperfecto queda a cargo del usuario, sin respaldo técnico ni legal. En este contexto, la decisión no pasa solo por el precio, sino por el respaldo que se está dispuesto a perder.
El turismo tecnológico
La medida del gobierno argentino busca, sin duda, reducir la brecha de precios y frenar el “turismo tecnológico” hacia países vecinos. Sin embargo, la magnitud de la diferencia actual sugiere que se necesitarían medidas adicionales o una evolución favorable del tipo de cambio para que los precios locales alcancen o superen la competitividad de mercados como el chileno.
La brecha de precios entre Argentina y el país trasandino en tecnología es tan marcada que, en algunos casos, justifica cruzar la cordillera. Un iPhone 16 Pro, por ejemplo, cuesta en Chile el equivalente a 1.305.064 pesos, mientras que en Argentina asciende a 2.530.000 pesos.
La diferencia ronda el 100%, lo que lleva a muchos usuarios a considerar viajar, pasar una noche y volver con el equipo en mano. A pesar del gasto en pasajes y estadía, la operación puede seguir siendo más conveniente que comprar localmente.
SL