Su apellido es un símbolo en el Mallín Ahogado, El Bolsón. Mario Inalef (69) es el del medio de siete hermanos y se dedicó a la producción rural en el campo de unas 30 hectáreas que un descontrolado incendio forestal arrasó el último viernes y también el domingo. Salvó su casa y la preocupación pasa por los animales heridos: «Me vinieron a pedir auxilio, pero estaba apagando focos«.
Bajo un sol radiante y horas después de la lluvia del domingo, un puñado de sus 80 ovejas intenta rescatar algo de pasto que no se quemó. Un avión hidrante pasa rasante y Mario hace un alto en la lucha de la reconstrucción de los alambrados internos de la chacra. Pone la vista en el pinar que plantó junto a su padre hace 50 años, convertidos en hileras de alfileres negros que ofician de cementerio de uno de sus terneros.
Con los guantes puestos se acomoda la boina y resume: «Todo se quemó». El viernes pasado, el viento sopló con ráfagas de 80 kilómetros por hora y el fuego avanzó nueve kilómetros en tres horas. «Evacuaron todo y me quedé solo para regar y apagar los focos. Me sentía indefenso porque tenía que correr para acá, fuego en los alambrados, para allá», mastica con bronca y lanza: «El bosque nativo no lo vamos a volver a ver, se quemó todo. No voy a ver crecer las lengas».
Los brigadistas se ocuparon de su casa y el galpón. Nadie daba abasto. «Habíamos hecho un cortafuegos pero no alcanzó. Siento que viene el fuego, las vacas me vinieron a pedir auxilio, como para que le abra la tranquera para escapar. Cuando me di cuenta, giré para ir a verlas y sentí como el calor de las llamas se me vino encima, no pude hacer nada», revive Mario.
El alambrado cayó y salieron disparadas. «Una como que se ahogó con el humo y se metió en el pinar, murió quemada acá pobrecita», relata Mario, parado en el pinar que plantó con su padre antes de ir a hacer el servicio militar obligatorio que le tocó en la ESMA de Buenos Aires.
Ocho de sus vacas quedaron heridas y unas doce ovejas también tienen quemaduras. «Se pueden recuperar, se pueden recuperar», dice esperanzado. Mientras Mario le muestra a Clarín el ternero con las heridas en las pezuñas, Tabaré Daniel (41), un veterinario del INTA, aparece con su botiquín para seguir con las curaciones del ternero y revisar las ovejas.
En otra muestra de la solidaridad en la Comarca Andina, después del incendio los veterinarios hacen un trabajo voluntario de ir a ver los animales. El que no puede salir de la veterinaria aporta medicamentos o antibióticos y los que pueden van al terreno. La labor continúa después cuando tienen que elaborar un registro de la cantidad de animales heridos o muertos producto del fuego.
«Productores perdieron animales, también nos llamaron por mascotas. Un grupo de nosotros se dedica a los pequeños, que son las mascotas y otros a grandes. Atendí caballos, ovejas, vacas y cerdos«, destaca Tabaré, veterinario del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desde hace 15 años.
Oriundo de Lago Puelo, la localidad de Chubut pegada a El Bolsón, estudió Veterinaria en la Universidad de La Plata y esta vez también fue víctima del incendio.
«Tenemos un campo que era de mi abuelo, de 75 hectáreas del otro lado del Río Azul, para el lado del lago Natación. No quedó nada. Era el cuarto día del incendio, laburamos lo que más pudimos pero nos encerró el fuego y nos tuvimos que ir. Ni la casa quedó», se resigna Tabaré.
«La casa la levantás de vuelta, pero el bosque no lo vamos a ver más», dice en un tono pausado. En sus manos tiene una jeringa. Prepara un antibiótico para la vaca herida y le deja una recomendación a Mario. Que no haga tropear a este ternero: «Es que pisan el rescoldo -el pasto que aún arde debajo- y se vuelven a quemar».
Otros dos agrónomos del INTA escucharon el pedido de forraje de Mario y fueron a buscar para dejarle.
Ya sin humo, en las chacras el movimiento es el de reconstrucción. Muchos trabajan en la recomponer los alambrados para armar los cuadros para los animales. La provincia de Río Negro anunció que destinará $ 400 millones de los $ 1.000 millones del Consejo Federal de Inversiones (CFI) para los 152 productores rurales que fueron afectados por el fuego.
Más allá de los anuncios, tras la recorrida de Clarín, Mario vuelve a luchas con los alambrados para empezar a reacomodar la chacra de la familia Inalef.
AS