Tenis, una danza de millones alrededor de los Grand Slams

Una noticia difundida hace pocas semanas en los diarios de Italia provocó sorpresa en el ambiente internacional del tenis. Anunciaron que la Federación Italiana de ese deporte —en la que su país está viviendo un momento de “potencia deportiva”— ofrecería 550 millones de dólares para comprar la franquicia del torneo de Madrid, unificarlo con su propia joya (el Abierto de Italia, hoy llamado Roma Masters 1000) y convertir a la cita en el “quinto evento de Grand Slam”.

En primer término, asombra que una federación tenística maneje semejante volumen. Y luego, la intención de un “quinto Grand Slam” no es tan novedosa –Indian Wells y Miami también la tuvieron- pero parece impracticable en el circuito de hoy.

El tenis italiano tiene una importante tradición —organizativa, económica y deportiva— pero nunca había disfrutado de un momento tan exitoso como el actual. Sus equipos ganaron las más importantes competencias de conjunto (la Copa Davis en el actual y discutible formato, entre los hombres, y la Billie Jean King entre las damas). Además de un buen lote de jugadores de alto nivel, cuentan con el flamante número 1 de la clasificación mundial, Jannik Sinner, hoy en el centro de la polémica y atravesando 3 meses de suspensión por los resultados de un control antidoping.

El torneo de Madrid es organizado por la compañía Endeavor, un gigante global del entretenimiento, que también cuenta con otras de las principales fechas del circuito como el Miami Open. Sin embargo, en un proceso de revisión de todos sus activos, en octubre pasado anunciaron su intención de desprenderse de ambas fechas. Según el sitio The Athletic, “los principales interesados eran inversores sauditas” (el mismo fondo del reino que produjo una revolución económica en el golf, el fútbol y otros deportes).

“Como parte de Endeavor, los torneos Miami Open y Madrid Open han crecido significativamente, estableciendo récords de asistencia y patrocinio año tras año. Estamos orgullosos de este progreso y confiamos en que estos activos únicos están bien posicionados para el éxito en el futuro”, había dicho Mike Shapiro, directivo de Endeavor en ese momento.

El Campeonato Abierto de Italia es uno de los más atractivos del circuito tenístico y está considerado el segundo torneo en importancia en el mundo —detrás de Roland Garros— entre los que se juegan sobre canchas de polvo de ladrillo. Para los argentinos, es fuente de grato recuerdos porque allí triunfaron Guillermo Vilas, José Luis Clerc y Alberto Mancini (este, en una épica final ante Andre Agassi). Y también en esas canchas del Foro Itálico, Gabriela Sabatini capturó cuatro de los títulos más relevantes de su carrera.

Convertirlo en un quinto “Grand Slam” parece solo una expresión de deseos. El circuito mundial de tenis está estructurado alrededor de los cuatro campeonatos tradicionales: el Campeonato Abierto de Australia (Melbourne) en enero, el Campeonato de Francia (Roland Garros) a fines de mayo, Wimbledon a fines de junio y principios de julio y el Abierto de EE.UU. en Nueva York desde fines de agosto.

No solo tienen esa tradición que se remonta a más de un siglo, sino que el propio crecimiento de esos torneos guarda hoy una dinámica imparable, difícil de equiparar para cualquier otro interesado.

Un artículo especial en The New York Times indicó que hay “una carrera armamentística” entre los organizadores de esos cuatro campeonatos por posicionarse como el más fuerte en términos económicos. “Todo esto apunta a un resultado inevitable: los Abiertos de Australia, Francia, Estados Unidos y Wimbledon quieren ser festivales de tenis de tres semanas, en lugar de torneos de dos semanas”.

Los tenistas profesionales pueden disfrutar de la mayor oferta económica, pero, a la vez, pagando con el físico el trajín de tantas semanas continuas de alta competencia (los torneos de Grand Slam son el eje, pero también creció la escala siguiente).

Wimbledon estableció el año pasado un 11% de aumento en los premios a sus jugadores, repartiendo 50 millones de libras esterlinas (2.700.000 para el campeón masculino, otro tanto para la campeona de damas, 60.000 libras a cada uno de los 128 perdedores de primera ronda). Roland Garros tuvo un crecimiento similar en su bolsa de premios (7,8% respecto al 2023), distribuyendo 53.500.000 euros, de los cuales 2.400.000 correspondieron a cada uno de sus campeones.

Tanto Wimbledon como el Abierto de Estados Unidos tuvieron un movimiento económico total de 500 millones de dólares (402 millones de libras) en tanto Australia y Roland Garros estuvieron entre los 300 y 400 millones de dólares.

“Es importante que Wimbledon mantenga su lugar en la cima del deporte”, dijo Debbie Jevans, presidenta del All England Lawn Tennis Club. El comentario de Jevans y todas estas ofertas de expansión revelan una verdad evidente sobre los Grand Slams. “Trabajan juntos para mantener su primacía en el tenis, por delante de los circuitos masculino y femenino, pero también compiten vigorosamente entre sí: por la atención; por los pagos de los medios de comunicación de las cadenas de televisión; por los patrocinios de marcas de lujo en relojes, coches, licores y champán; y por un selecto grupo de aficionados que viajan por el mundo para asistir a los mayores eventos del deporte”, señaló The New York Times.

Los cuatro campeonatos vienen ampliando sus instalaciones y ofreciendo más servicios. Pero, por otra parte, la audiencia global —televisiva y digital— del tenis no tuvo un crecimiento robusto, y hasta podría ralentizarse ante la ausencia del trío histórico (Federer, Nadal, Djokovic) que gobernó el juego hasta hace poco.

Aquellas ampliaciones y ofertas permitieron que, por ejemplo, el Abierto de EE.UU. superara por primera vez el millón de espectadores. Australia también lo hizo (1.200.000 en su última edición), Roland Garros contó con 675.000 espectadores en 2024 y Wimbledon, con 526.000. Y conseguir un acceso para los centenares de miles de fans se hace una misión cada vez más difícil ante la alta demanda.

Si llamó la atención aquella versión sobre las intenciones de la Federación Italiana de Tenis, sería aún más asombroso que el tenis mundial le reserve sitio a un quinto Grand Slam.

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