A media mañana del martes, el ministro de Economía, Luis Caputo, debía estar exponiendo ante empresarios en el Foro Económico Internacional de las Américas (IEFA), pero la noche anterior canceló el convite de manera sorpresiva. En esas horas, el funcionario coordinó una entrevista televisiva para el día siguiente, en vivo, antes de la apertura de los mercados. «No nos podemos gastar 1000 palos por semana para calmar el dólar», admitió ante uno de sus laderos -según confiaron desde su entorno a Página I12-, justificando así la necesidad de un mensaje urgente a inversores el día siguiente.
Pero lo que pasó ayer, luego de la entrevista, fue lo contrario a lo buscado: el ministro dio un testimonio confuso y terminó confirmando, a diferencia de lo dicho días atrás, que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no sólo no está terminado, sino que el organismo no definió aún los montos y los tiempos. En paralelo, varios informes de la City y de economistas afines al Gobierno filtraron que el Fondo quiere un tipo de cambio flotante, lo que adelanta volatilidad cambiaria y una devaluación que, por lo menos, sería del 30 por ciento. ¿El resultado? un martes negro.
La imagen de un ministro flaqueando en un momento bisagra para el Gobierno de Javier Milei derrumbó 2,5 por ciento al Merval, las acciones argentinas en Wall Street cayeron hasta 8,2 por ciento, el Riesgo País quedó al borde de los 800 puntos básicos y, lo peor, hubo una disparada del dólar, porque el mercado entendió que la devaluación que pide el FMI a cambio del acuerdo es inevitable: el Blue saltó a 1285 pesos, casi el mismo nivel al que treparon los financieros. Lo más grave: el BCRA volvió a vender más de 200 millones de dólares para evitar una corrida más fuerte en la brecha. En menos de una semana, Caputo quemó casi 800 millones de dólares para pisar la divisas estadounidense. Todo porque el acuerdo con el FMI, el salvavidas que el Gobierno pide, se hace esperar.
¿Miente o mintió?
En la nota en TV, Caputo se mostró nervioso e inconsistente como pocas veces, casi apurado por los plazos. Es que el FMI ya avisó que recién a fines de abril estará el acuerdo, que en principio ya tiene el ok del Staff. El problema es que el Gobierno necesita el dinero fresco ya: para que se entienda, evaporado el dinero del blanqueo de capitales y con las reservas negativas, Caputo precisa un desembolso grande del organismo para contener el dólar, ergo, contener la inflación, su promesa de campaña de cara a octubre. Lo curioso es que, en esta ocasión, Caputo negó que haya acuerdo, cuando semanas atrás dijo lo contrario. ¿Cuándo mintió el ministro? El asunto es central porque, precisamente, esa mentira se da justo cuando ya se envió el DNU para ser tratado este miércoles en el Congreso. Un DNU que no tiene el mínimo detalle.
El funcionario dijo, en su charla en TV, no poder dar precisiones sobre el monto que implicará el nuevo acuerdo de deuda porque eso «lo define el directorio del Fondo». «Nosotros genuinamente no lo sabemos», admitió. Tampoco aclaró qué va a pasar con el régimen cambiario en el futuro, si seguirá el «crawling peg» con microdevaluaciones diarias o habrá una liberación total para que el dólar flote a valor de mercado. «No puedo decirlo, es parte del acuerdo», se limitó a responder Caputo. Solo prometió que cuando se levanten los controles cambiarios «no va a haber un salto devaluatorio» y aseguró: «Lo que hagamos nosotros no va a afectar a la gente». Este último mensaje es lo que más sacudió a los mercados, porque es la admisión de que se viene una modificación cambiaria.
Un miércoles de cuidado
Mientras esto ocurre, el Gobierno se enfrenta a súper miércoles caliente no sólo por la marcha de jubilados que tendrá apoyo de los gremios, sino también porque dentro del Parlamento se tratará el tema FMI. Es decir, se le montaron los problemas económicos con los políticos, técnicos y sociales, todo en cuestión de semanas.
Lo interesante es que el FMI sigue sin expresarse en este escenario. Fuentes que hablan con Washington dijeron a este diario que «ellos no se quieren ensuciar más con las rencillas internas». El organismo ya le aclaró a Caputo que el acuerdo requiere de paz social y política, y que hechos como la última represión no sirven en este escenario.
Lo que el Gobierno espera, ahora, es que el DNU se apruebe sin mayores problemas pero, sobre todo, que en las próximas horas el FMI de alguna señal más concreta del avance de las negociaciones. Especulan con que el jueves próximo, en la habitual conferencia de prensa en los Estados Unidos, la vocera del organismo haga un guiño para correr fantasmas.
Hasta ahora, a pesar de los gestos de entrega de Milei a su par de Estados Unidos, Donald Trump, el país dueño del FMI tampoco parece haber pesado en la urgencia argentina con el organismo. Así las cosas, lo que podría entenderse como el mayor logro de la gestión local en las últimas horas, vino de parte del secretario de Finanzas, Pablo Quirno. Enviado por Caputo al evento empresario IEFA, consiguió que el ex menemista y ceo multipropósito, José Luis Manzano hablara del tema: «El FMI debe brindar apoyo a Argentina», expresó el empresario. No mucho más. Poco ante semejante turbulencia.