Un mar: hay más de 700.000 hectáreas bajo el agua en el centro oeste bonaerense

Las inundaciones en el centro oeste bonaerense siguen sin dar tregua y recrudecieron tras las últimas lluvias: según imágenes satelitales que analizaron en la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), 711.343 hectáreas en la región se encuentran bajo el agua o anegadas, lo que afecta a la producción agropecuaria. De ese total, casi la mitad de la superficie se concentra en apenas tres partidos —Bolívar, Carlos Casares y 9 de Julio—, que reúnen unas 319.000 hectáreas afectadas, el 45% del área comprometida en los diez distritos relevados por la entidad ruralista.

La combinación de lluvias muy por encima de lo normal en lo que va del año —que se prolongaron en el invierno, cuando las bajas temperaturas reducen la evaporación—, sumada a la falta de obras, según los productores, y el escaso mantenimiento de la infraestructura existente, agravó la situación y dificultó el drenaje o escurrimiento del agua. Vale recordar que, hace unos meses, en toda la provincia se llegaron a contabilizar unos 2 millones de hectáreas bajo el agua.

En la región hay lugares donde no se pudo sembrar trigo y otros donde está en riesgo la próxima siembra de soja y maíz, que se hará en los meses venideros. La cosecha de la campaña pasada todavía no terminó y, en muchos campos, el maíz sigue en pie porque no hay piso para cosechar ni caminos transitables para sacar la producción.

El análisis, realizado con imágenes tomadas entre el 7 y el 10 de agosto, muestra que 9 de Julio es el más golpeado, con 118.929 hectáreas entre inundadas y anegadas, seguido por Bolívar con 100.123 hectáreas y Carlos Casares con 100.057 hectáreas. Después aparecen 25 de Mayo con 87.642 hectáreas, Pehuajó con 81.182 hectáreas, General Alvear con 76.468 hectáreas, Saladillo con 73.078 hectáreas, General Viamonte con 27.599 hectáreas, Hipólito Yrigoyen con 26.192 hectáreas y Bragado con 20.073 hectáreas.

Los partidos afectados en el centro oeste bonaerensePablo Ginetet, Carbap

“Hace ya tres meses que la situación está prácticamente congelada. No ha cambiado demasiado y seguimos con todos los problemas”, señaló Pablo Ginestet, secretario de Carbap, autor del relevamiento. Las mayores complicaciones se concentran en el sur y en el oeste de la región, abarcando zonas de 9 de Julio, Carlos Casares, Bolívar y parte de Hipólito Yrigoyen y 25 de Mayo.

En Saladillo, General Alvear y algunos sectores de 25 de Mayo el agua drena más rápido gracias a la existencia de canales y obras de desagüe, aunque hacia el límite con 9 de Julio hay áreas igual de comprometidas que en el epicentro de la región. El problema, advirtió, es que en buena parte de los campos afectados el agua solo se retirará por evaporación, algo que recién podría ocurrir en noviembre próximo, con el aumento de las temperaturas.

“A 30 o 40 días del inicio de la siembra de maíz, toda el área de maíz temprano se verá reducida. Los productores van a esperar, en muchos lugares, a que se acomode el tema del agua para poder trabajar bien los campos”, apuntó Ginestet. El retraso se arrastra desde la campaña pasada: todavía se cosecha maíz y, en algunos lotes, queda soja que ya no es recuperable. “En soja, con tanto tiempo seca, las chauchas se desgranan y se pierde. En maíz la planta aguanta más, pero el problema es logístico: los camiones no tienen piso para entrar a los campos y las cosechadoras también se complican”.

Frente a este panorama, el dirigente de Carbap destacó la necesidad de terminar con las obras de la Cuenca del río Salado porque, dijo, donde está la obra bien realizada la situación se normalizó rápidamente. En tanto, donde las obras no han llegado siguen los problemas.

En 9 de Julio, el presidente de la Sociedad Rural local, Hugo Enríquez, calculó que de trigo solo se sembró entre el 30% y el 35% de la intención original. “El área más comprometida es el oeste y el sur del partido. Quiroga, La Niña, Bacacay, Cambaceres, Santos Unzué, Corbett, entre otros lugares, están muy complicados. Está entrando agua de Carlos Casares”, relató.

Los tonos oscuros, negro o marrón, reflejan zonas con agua; el tono verde/naranja es rastrojo, pasturas o trigo avanzadoPablo Ginestet, Carbap

El ingreso por vertientes mantiene alta la napa y las lluvias no se absorben. “En julio pasado los registros fueron inéditos, con 120 a 150 mm, y agosto arrancó con otros 20 a 50 mm. Todo eso quedó en superficie y escurre muy lentamente por el estado de deterioro y abandono del sistema de canales”, explicó.

Para Enríquez, el problema no es solo la falta de obras, sino el nulo mantenimiento de las existentes. “Tenemos 1000 mm en promedio en cuatro meses y medio. Hoy habrá un 5 o 10% de caminos en buenas condiciones; el resto está en mal estado o directamente cortado”, expresó.

La logística de la campaña de soja y de maíz está en riesgo: “No tenemos caminos para movernos con la maquinaria. Los caminos se redujeron porque se limpiaron algunos canales y eso achicó la trocha. Hay tubos rotos, alcantarillas mal puestas y cortes que hacen imposible transitar con sembradoras. La verdad, va a ser un caos”.

En este marco, fuentes del municipio dijeron a LA NACION tras una consulta: “Esta situación comenzó en febrero de este año con lluvias y promedios históricos que se batieron absolutamente en dicho mes, marzo y abril. Desde la primera lluvia, la Municipalidad tomó acciones en los caminos. La premisa fue y es garantizar la conectividad de las localidades del interior del partido ante cualquier emergencia. Desde el primer momento trabajamos en conjunto con la supervisión del área de Hidráulica de la provincia, que nos indicó y nos indica cuáles son los principales trabajos a realizar, principalmente en lo que a limpieza de canales refiere». Agregaron que “se gestionaron ante la provincia dos retroexcavadoras, una de la Dirección de Vialidad y otra de Hidráulica, para sumar al parque de máquinas que ya estaban trabajando”.

Y detallaron: “La explicación que nos dio Hidráulica en febrero fue clara: veníamos de tres años de seca, con la primera lluvia se llenaron los bajos y la tierra absorbió, pero se quedaron sin caudal para todo lo que llovió después, que fue literalmente lo que llueve normalmente en medio año, la mitad llovió en 40 días”.

En Carlos Casares, el presidente de la Sociedad Rural, Mario Raymundo, remarcó que la lluvia acumulada no explica por sí sola la magnitud de la crisis. “El problema para circular es lo que no se hizo durante tres años. No se pudo sembrar fina (trigo y cebada) y en julio llovieron 100 mm, algo muy inusual. Eso ya nos compromete la siembra de gruesa que arranca en septiembre. No sembrar fina es como perder una garrocha: no tenés esos salvavidas de diciembre”.

En el centro oeste bonaerense hay más de 700.000 hectáreas bajo el agua y casi la mitad está en Bolívar, Carlos Casares y 9 de JulioPablo Ginestet, Carbap

El agua también golpea a los tambos. En la zona sur del partido, lindante con Bolívar, un establecimiento tuvo que cerrar. “Allí trabajaban 20 familias. Tuvo que llevar vacas a otros tambos, vender parte del rodeo y cerrar. Es una cuenca cerrada sin drenaje natural”, contó. Otros siguen funcionando, pero con grandes dificultades para sacar la leche y alimentar a los animales. “Día a día la situación se complica más”, lamentó.

El intendente de Carlos Casares, Daniel Stadnik, rechazó las críticas sobre una supuesta falta de mantenimiento en los caminos y desagües del distrito. “No hay falta de mantenimiento. Todas las obras de desagüe y los caminos los mantenemos permanentemente todos los años”, aseguró. Para el jefe comunal, el problema no radica en la gestión local, sino en un fenómeno climático fuera de escala: “Esta zona está preparada para soportar 800 milímetros al año y ya llovieron 1200 en apenas siete meses”. Según describió, el exceso de agua cubre toda la infraestructura disponible y provoca que el agua no pueda escurrir.

Stadnik recordó que el partido carece de grandes cursos naturales de agua y que los canales existentes son pocos y de pequeñas dimensiones. “Podés limpiar alcantarillas, mantener todos los caminos, pero cuando llueve como ha llovido, todo queda bajo el agua”, explicó. Si bien admitió que hay tambos que se resienten por el estado de los caminos, destacó que la producción lechera logró salir de todas formas: “No quedó un tambo sin sacar la leche. El que no pudo salir con el camión lo hizo con tractores”. El mayor problema, advirtió, es que muchos productores ya no tienen dónde alojar la hacienda porque los campos están completamente inundados.

Indicó: “Cuando hablan de que se inunda por falta de mantenimiento es mentira. Es desconocimiento, es no conocer cómo funciona ecológicamente esta zona; es desconocimiento total. Esto se inunda porque está lloviendo más de lo que nuestra cuenca admite, no hay otra explicación”.

Desde Bolívar, el presidente de la Sociedad Rural local, José Gabriel Erreca, advirtió que casi la mitad del partido está dentro de una cuenca lechera sin salida natural de agua. “Hay muy poca infraestructura, muy poco mantenimiento de lo hecho y escasas vías de drenaje”, resumió.

En la campaña fina, la siembra de trigo fue mínima y, a un mes del inicio de la siembra de maíz las perspectivas son malas. En lo logístico, la imagen se repite: “Hay caminos en los que hay que sacar los acoplados de hacienda tirados por un tractor”. La cosecha de maíz de segunda siembra -hoy en los lotes- también está comprometida y la lechería atraviesa problemas graves. “La semana pasada algunos productores tuvieron que aliviar el peso del camión tanque tirando leche”, contó.

Erreca recordó que la necesidad de obras fue planteada en reiteradas oportunidades, incluso durante la seca del año pasado. “Hoy estamos pagando las consecuencias por la falta de acción del Estado. No solo falta obra, también falta mantenimiento de lo que ya está hecho”, apuntó. Según él, a esta altura no se puede intervenir: “No se puede trabajar en un camino rural ni limpiar un canal porque están desbordados. Quedamos en manos de Dios”.

El pronóstico indica que la próxima semana podrían llegar lluvias importantes, justo en el inicio de la primavera, cuando históricamente se intensifican las precipitaciones. “Este año tenemos un invierno extremadamente húmedo, y si sigue lloviendo, todo esto va a empeorar”, advirtió Ginestet.

LA NACION se comunicó con el gobierno municipal de Bolívar para tener una opinión sobre la situación señalada por los productores, pero hasta el momento no tuvo respuestas.

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